ELDE - reto 19

Escribe un relato cuyo personaje atormentado solo vea el suicidio como solución.


- Keivan... Keivan.  - se escuchó, como recitando un mantra que retumbó por las frías paredes blancas. Esa tarde cayeron relámpagos y centellas. Se despertó en la cama del hospital agitado. Ella lo observo pero sin decir nada. Él ansiaba fugarse con ella. ¿Cuando? era un secreto.

De repente, un fuerte dolor en el estómago le recordó que la sobredosis de pastillas para segurar su muerte había fallado.  

- !Maldición! !¿Que demonios… ?!  - magulló entre dientes.

Un par de semanas después, y de ver el psicoterapeuta sus pensamientos eran los mismos, con el mecanismo de no procesar más el significado de la vida. Siguió renegando de todo, de su existencia, de su papel en esta hipócrita y ridícula sociedad.

- No quiero nada. !Vete, dejame solo! - espetó a la madre sollozando.

Ella lo miró antes de salir de la habitación.  

- !Eres exasperante! - le gritó, dando un portazo.

Se quedó acostado en posición fetal, en su rostro se reflejó el odio, el dolor y la rabia que siempre habían consumido su corazón. En pocas horas se levantó. Salió al jardín y saltó la valla, cogió una soga y la lanzó a la rama más alta del árbol que sembraron sus padres cuando él nació. Hizo un nudo corredizo y se la puso al cuello, se subió a una piedra y después se dejó caer con ímpetu desesperado.

Irónicamente, al querer ahorcarse, la rama del árbol se quebró antes de ser asfixiado. Lento, adolorido se levantó, protegiendo su hombro lastimado al golpearse contra la roca.

- ¡Mal rayo me parta! ¡Maldita sea, esto es ridículo! - gritó, lloró y maldijo a todo pulmón. Sintió que la muerte lo miró repulsiva y furiosa a la vez. Esa mirada con desprecio se negaba a llevárselo.

Acto seguido, comenzó a reír como un desquiciado de la nada.  

- !Nunca me rendiré! ¿me oyes?  !Me iré contigo lo quieras o no! nadie podrá detenerme. - vociferó con voz chillona.

Keivan salto desde el piso 39 de un rascacielos, cayendo sobre la parte trasera de un coche, que ejerció como amortiguador del impacto. Sufrió la rotura de una pierna y un tobillo y una perforación pulmonar.

Se despertó nuevamente en el hospital.

La muerte se rió a carcajadas, por burlar las leyes de la física en la plomada de asfalto.


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